sábado, 3 de julio de 2010

SER RESILIENTE, UNA FORMA DE SER COMPETENTE

Mtra. Alma Reyna Monter Guerrero

El fenómeno de la resiliencia cobra importancia en el proceso educativo porque está demostrado que, después de la familia, la escuela es un ambiente clave, fundamental para que los niños adquirieran las competencias necesarias para salir adelante gracias su capacidad para sobreponerse a la adversidad y para que la educación cumpla sus objetivos fundamentales: formar personas libres y responsables.

Al fomentar la resiliencia en el ámbito escolar y comunitario es importante para establecer vínculos prosociales, actitudes y comportamientos positivos, reafirmar los valores y evitar el aislamiento social que conduce a otros problemas graves, como la violencia y la discriminación. Las aulas no sólo son espacios del proceso de enseñanza-aprendizaje, sino constructores y facilitadores de resiliencia.

· Desarrollo.

Originalmente, el término resiliencia pertenecía sólo a la física, y expresaba la capacidad de algunos materiales para recobrar su forma original después de ser sometidos a una presión deformadora.

Este término también es usado en medicina: la osteología ha adoptado (y adaptado) el concepto para definir la capacidad de los huesos de crecer en el sentido correcto después de una fractura.

En su acepción moderna, en la resiliencia convergen muchas otras disciplinas como la pediatría, el psicoanálisis y la salud pública, es ya una categoría que propone trabajar ya no sobre los factores de riesgo de las personas vulnerables, como los niños, sino también sobre la capacidad de ellos para afrontarlas, poniendo en juego sus capacidades individuales.

La resiliencia posee dos elementos importantes: la resistencia o capacidad de proteger su propia integridad frente a los efectos de estrés o tensiones negativas y la elasticidad o flexibilidad para proseguir el desarrollo de los procesos constructivos.

Desde hace unos años, este término fue adoptado por las ciencias sociales para referirse a la "capacidad del ser humano para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas e inclusive, ser transformado positivamente por ellas". El principal elemento constructor de resiliencia para cada alumno, es una relación de confianza —aunque sea con un solo adulto, ya sea dentro o fuera de la familia— que le transmita: "tú me importas, tú puedes, tú eres”.

La resiliencia de los educandos también se construye creando ambientes escolares caracterizados por factores constructores de resiliencia. En suma, ésta se construye mediante interacciones personales con el alumno que le transmitan optimismo y se centren en sus fortalezas.

Fomentar y construir resiliencia desde el aula es mediante el reforzamiento de los vínculos entre las familias de los alumnos y la escuela, al priorizar la participación de la familia en la vida escolar: convocando a los padres, otorgándoles papeles significativos en la institución, ofreciéndoles una variedad de formas de participación y hablando con ellos periódicamente para hacerlos partícipes del proceso de formación de sus hijos, a manera de una buena noticia: en pocas palabras, construyendo una fuerte participación de la familia en la actividad escolar.

Pero también los educandos necesitan establecer fuertes vínculos entre ellos y su escuela: es fundamental que se les ofrezca arte, música, teatro, todo tipo de deportes, tareas de servicio comunitario y clubes de diversas clases (podrá recurrirse a los padres para que ayuden a proponer estas actividades extra clase), sin que ello aumente su estrés o sature su tiempo libre.

También podrían los alumnos participar en la determinación de los límites expresados en las normas de conducta, así como los procedimientos para hacerlas cumplir (incluyendo las posibles sanciones por incumplirlas). Los límites deben basarse en una actitud afectuosa, antes que punitiva; es decir deben tener un fin constructivo antes que de castigo, y podrían hacer referencias concretas a ciertas conductas de riesgo, como el uso del alcohol u otras drogas, los comportamientos violentos y la proclividad al delito.

Un enfoque positivo y reforzador puede ser expresado a través de la redacción de políticas escolares en términos de una lista de derechos de los educandos (el alumno debe ser respetado, sentirse seguro, estar libre de las drogas, ser tratado con afecto, etcétera), sobre la base de los Derechos del Niño, promulgados por la UNICEF.

Otra posible medida es aplicar un método de enseñanza basado en el aprendizaje cooperativo, que incorpore naturalmente las habilidades para relacionarse con los demás, trabajar en grupo, expresar opiniones propias, fijar metas y tomar decisiones. A través del desarrollo de habilidades para la vida, los educandos identifican las habilidades que pueden servirles para evitarse problemas en el futuro y luego las aprenden.

Los estudios en resiliencia indican que aquellos alumnos que han generado un comportamiento resiliente, que han podido sobreponerse a esas experiencias negativas fortaleciéndose en el proceso, han contado con alguna persona: ya sea de la familia extensa, de la comunidad o de la escuela, con quien lograron establecer un vínculo positivo. Es aquí donde el papel de la escuela y en particular de los docentes, adquiere todo su valor y revela su complejidad.

Frente a problemas sociales crecientes resulta imprescindible que la escuela despliegue todo su potencial y los recursos a su alcance para lograr una comunidad educativa inclusiva, al estimular aquellos factores —tanto internos como ambientales— que mitiguen el impacto de las situaciones negativas o estresantes y provean un modelo basado en la resiliencia, que permita a la escuela fortalecer su labor para beneficio no sólo de los educandos sino del país.

Indiscutiblemente, es importante recordar poner el énfasis en nuestro afecto y apoyo. La autoestima y la confianza son los componentes básicos de las actitudes que construyen resiliencia; pero también debe expresarse en conductas concretas, como tomar en cuenta a todos los educandos, felicitarlos por sus actitudes positivas y no encasillarlos, saber sus nombres, estimular a los reticentes, así como investigar e intervenir cuando alguno de ellos enfrenta circunstancias difíciles. Esto requiere conceder tiempo en clase para la construcción de relaciones. También implica construir un modelo de intervención eficaz para los educandos que tienen problemas, así como detectar y aprovechar sus fortalezas.

Esta labor no sólo recae en el docente sino en todo el personal escolar, como la psicóloga, la trabajadora social, la enfermera, el director, etcétera, quienes deben ayudar a los alumnos a encontrar y desarrollar sus capacidades resilientes, diciéndoles frases como: "tu capacidad de encontrarle el lado bueno a la situación familiar que te afecta es increíble y te permite superar lo que te pasa", “cuenta conmigo”, "sabía que podías enfrentar y superar esa situación”, y “ya sabes que no estás solo, tus maestros te apoyamos”

Ahora bien, ser competente incluye el conocimiento, habilidades y actitudes de la persona. Esto es, las competencias se relacionan con la puesta en práctica integrada de aptitudes, rasgos de personalidad y también conocimientos adquiridos para cumplir bien una misión. Podemos detallar que COMPETENCIA se refiere a la capacidad de poner en práctica de forma integrada, en contextos diferentes, los conocimientos, habilidades y características de la personalidad adquiridas. Incluye saberse teóricos, habilidades prácticas aplicativas, actitudes (compromisos personales) que apoyando la promoción de ser resiliente promueve que las personas puedan seguir aprendiendo durante toda su vida, y que aprovechen las oportunidades que tengan para actualizar, profundizar y enriquecer sus conocimientos, así como de adaptarse a un mundo dinámico y cambiante de la forma más positiva posible, para que los resultados y expectativas correspondan a la cotidianidad vivida por cada persona.

Los sistemas de enseñanza deben basarse en estos pilares que se interrelacionan, se conjuntan y dan origen precisamente a las competencias:

a) Aprender a conocer

b) Aprender a hacer

c) Aprender a ser

d) Aprender a convivir

e) Aprender a aprender

· Conclusiones.

Pilares de la educación

Explicación

Tipo de contenidos

Aprender a conocer

Se refiere a contenidos de tipo académico informativos.

El conocimiento y comprensión de hechos, conceptos, términos.

Conceptuales

Aprender a hacer

Se refiere a contenido de tipo académico /prácticos.

Poner en práctica los conocimientos.

Resolución de problemas, aplicación de estrategias y procedimientos…

Procedimentales

Aprender a ser

Tiene un carácter formativo-personal.

Se refiere a cuestiones como conocerse, desarrollo de la autoestima.

Actuar en congruencia con valores personales, denotándolo en cuestiones como respeto a sí mismo, cumplir compromisos propios, desarrollar su creatividad.

Actitudinales

Aprender a convivir

Tiene un carácter formativo- social. De vivencia de valores hacia los demás.

Empatía, capacidad de diálogo, trabajo en equipo, respeto por los otros, resolver conflictos, cumplir compromisos y acuerdos.

Actitudinales

Aprender a aprender

Tiene un carácter formativo de tipo personal y social.

Desarrollar la capacidad para seguir aprendiendo con un sentido crítico y de responsabilidad.

Competencias

Ser competente y resiliente a través de:

a) Respeto a uno mismo

b) Practicar la asertividad

Describir de forma precisa la conducta, Expresar nuestros sentimientos, Crear empatía; Negociar el cambio e Informar de las consecuencias.

c) Superar la timidez o ansiedad

d) Estar consciente de nuestro inconsciente

e) Reconectarse con uno mismo

f) Dejar crecer en vez de etiquetar

g) Tomar en cuenta la intención

h) Asumir una actitud de no resistencia

i) Considerar quien manda: mi ego o yo

j) Aceptación incondicional

k) Deja de planear y planea!!!

l) Solucionar problemas de forma eficaz

· FUENTES

- Cyrulnik, Boris: La maravilla del dolor, La maravilla del dolor. El sentido de la resiliencia, Ediciones Granica, Buenos Aires, 2001.

- Henderson, Nan y Milstein, Mike M.: Resiliencia en la escuela, Editorial Paidós, Buenos Aires, 2003.

- PERRENAUD, Philippe. Construir competencias desde la escuela. Dolmen, Santiago de Chile, 2002.

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